La controvertida estrategia económica del presidente Javier Milei ha intensificado la brecha salarial en Argentina, generando debates sobre cuánto pueden soportar los ciudadanos en su búsqueda por estabilizar la economía.
Datos recientes muestran que los salarios de la numerosa fuerza laboral informal aumentaron un 136% interanual en abril, una cifra significativamente menor al 248% registrado en el sector privado formal. Ambos incrementos resultan insuficientes frente a una inflación anual del 272%, exacerbando la desigualdad en un país donde el 42% de la población vivía en la pobreza el año pasado.
Valeria Verín, una masajista independiente, comparte su experiencia de haber votado por Milei a pesar de anticipar el impacto negativo en sus ingresos. Con un salario mensual de 600 mil pesos, apenas logra mantenerse por encima del umbral de pobreza, ya que los precios han subido más del 100% desde diciembre. La inflación ha obligado a Verín a reducir drásticamente sus gastos y buscar trabajos adicionales.
El coeficiente de Gini, indicador de la desigualdad de ingresos, ha alcanzado su punto más alto desde 2005, reflejando la severa disparidad económica actual. Expertos como el exministro de Economía Martín Guzmán critican las políticas de Milei, calificándolas de regresivas.
En un contexto regional donde la desigualdad es un problema crónico, las políticas de Milei han generado tensiones tanto dentro del país como a nivel internacional. A pesar de las críticas, el presidente mantiene altos índices de aprobación, gracias a su habilidad para gestionar un gobierno minoritario y atraer la aprobación de inversores.
Líderes políticos y sociales han expresado su preocupación. Figuras como el expresidente Mauricio Macri y el gobernador de Santa Fe, Maximiliano Pullaro, han instado a Milei a reconsiderar sus recortes y a reanudar el gasto público.
La situación plantea interrogantes sobre el futuro de la economía argentina y la resiliencia de su población frente a las medidas de austeridad.
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